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Todo lo que querías saber sobre los poros y nunca te atreviste a preguntar

Todo lo que querías saber sobre los poros y nunca te atreviste a preguntar

En la era de la piel pluscuamperfecta e hiperreal, que los poros se noten puede ser un reto para quienes pretenden seguir los dictados de TikTok. Incluso, puede convertirse en todo un drama si buscas un efecto "glass skin". Pero, ¿sabías que tu piel tiene alrededor de dos millones de poros y de estos unos 20.000 están en el rostro? 

Cada poro, además, tiene un folículo piloso y glándulas sebáceas que están ahí por una buena razón. Es hora de dejar de tratarlos como enemigos y de desterrar el mito, porque los poros no se cierran ni se eliminan, se transforman. Es decir, suprimirlos no es una opción, lo único que podemos hacer es minimizar y mejorar su apariencia. 

La expresión “cerrar los poros” es absolutamente incorrecta 

Aunque es habitual usarla en cosmética, nos alegra decirte que es solo una metáfora y no una realidad. En realidad, tus poros siempre van a estar ‘abiertos’. No hay tratamiento o truco que los cierre ni los haga desaparecer. Y menos mal, porque por mucho que te desagrade que se noten, forman parte de la textura natural de la piel y son sus grandes aliados: mantienen la hidratación, permiten la transpiración, regulando la temperatura corporal, y, además, secretan sebo, lo que favorece la flexibilidad y suavidad cutáneas. Lo que sí sucede es que su tamaño puede variar, se dilatan y se ensanchan y ello depende de diversos factores. Veamos.

¿Qué determina el aspecto de tus poros?

La genética 

Es uno de los más importantes. Por ejemplo, en las pieles asiáticas normalmente los poros son más pequeños y se notan menos que en las africanas.

La edad 

A medida que cumplimos años, los poros se van agrandando. La pérdida de elasticidad cutánea propia del envejecimiento contribuye a que estén más marcados. Con el paso del tiempo la piel se engrosa y se ralentiza la renovación celular, mostrando una apariencia más irregular y mayor visibilidad de los poros. Por eso, la piel de los niños y bebés, con su flexibilidad en máximos, parece no tener poros, pero una vez que se entra en la pubertad empiezan a evidenciarse, con más o menos fortuna, dependiendo de las características de la piel. 

La piel grasa

Con unas glándulas sebáceas más activas sus poros son más grandes. Esto sucede principalmente en zonas donde hay mayor concentración de glándulas como en la zona T. Del mismo modo, en áreas donde el folículo piloso es mayor, como la barbilla, también se resultan más evidentes. 

El sol y el calor 

El verano no juega precisamente a favor de los poros. La radiación UV contribuye a dilatarlos visiblemente y fomenta la hipersecreción sebácea. El aumento de sudor y de la grasa crea, además, el caldo de cultivo perfecto para que las impurezas acumuladas deriven en espinillas y puntos negros (que no son más que la acumulación de sebo que se ha oxidado al salir a la superficie). Hay quien culpa de ello al fotoprotector, pero no tiene por qué. Hay fórmulas oil-free no comedogénicas que protegen la piel de la radiación sin incentivar la secreción de sebo.

El estilo de vida 

Un ambiente contaminado y hábitos como fumar y beber alcohol también pueden estar detrás de unos poros dilatados. 

Un cuidado de la piel inadecuado 

Los poros se agrandan o empeoran su aspecto cuando los folículos se obstruyen con células muertas, suciedad o restos de maquillaje.

 

 Las hormonas

La textura de la piel fluctúa al ritmo de nuestros vaivenes hormonales. Es el caso, por ejemplo, de los granitos que aparecen periódicamente ligados al ciclo menstrual. A mayor nivel de progesterona, más producción de grasa, y a mayor concentración de sebo, más grande es el poro. Así son las cosas. 

¿Cómo puedo entonces mejorar la apariencia de los poros?

La respuesta es clara: todo empieza con una buena limpieza. Imagina que tus poros son pequeñas puertas que, si se mantienen limpias, permiten que tu piel respire y luzca fresca y suave. Si se obstruyen, pueden inflamarse y causar brotes de acné o puntos negros.

La doble limpieza, inspirada en los rituales orientales, se presenta como la opción más eficaz para mejorar el aspecto de la tez. Pero ¿por qué limpiar en dos pasos? A veces una sola fórmula no es capaz de conseguir eliminar todo de forma eficaz. Lo idóneo es usar primero una textura oleosa para ‘desintegrar’ el maquillaje y los filtros solares, más resistentes a las fórmulas acuosas; y luego aplicar una espuma o un gel que elimine el resto de las impurezas. Este método asegura una limpieza profunda cada noche y deja la piel en óptimas condiciones para su renovación diaria. 

Saigu entiende de esto y ha desarrollado un dúo limpiador, Calma y Brisa, que ofrece una higiene suave y eficiente que acaba con las impurezas sin arriesgar la salud cutánea. El primero es un innovador aceite que se trasforma en leche en contacto con el agua, cuya fórmula con ingredientes naturales del Mediterráneo elimina el exceso de sebo, los filtros solares y los restos de maquillaje, incluso el waterproof, al tiempo que protege la barrera cutánea y no reseca la piel.

Su acción se completa con Brisa, un gel muy ligero que, masajeado sobre el rostro, se convierte en una espuma cremosa que arrastra el resto de las impurezas y células muertas.

Pero por muy rigurosa que seas con la doble limpieza por la noche, y una más sencilla al despertar, con un solo producto, una buena higiene cutánea requiere una exfoliación suave, una o dos veces por semana. La aplicación de mascarillas de arcilla o de efecto térmico también pueden ayudar a limpiar los poros en profundidad. 

Por el contrario, olvídate de usar fórmulas demasiado agresivas o exfoliar a diario porque en el afán de afinar los poros puedes dañar la barrera cutánea y llevarte las defensas de la piel por delante. Sabemos también que cuando hay espinillas y puntos negros, la limpieza con vapor y la extracción manual de impurezas puede ser tentadora, pero deja estas técnicas a los profesionales para evitar inflamaciones o infecciones. Una mala manipulación puede tener el efecto contrario. 

En resumen, abandona mitos y fórmulas mágicas. Cuida tu piel con una rutina diaria de limpieza eficaz y productos adecuados que respeten y equilibren su naturaleza.

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